Esto significa, en primer lugar, que el gobierno de Benjamin Netanyahu dispone de margen de maniobra para seguir adelante con la actual operación de castigo hasta dónde lo considere oportuno. Una operación que ya ha costado alrededor de 200.000 víctimas entre muertos y heridos, junto a la destrucción casi total de infraestructuras de todo tipo, incluyendo viviendas, hospitales y escuelas.
En los últimos días se ha intensificado el cerco al suministro de bienes básicos como el agua, amenazando de nuevo las necesidades más perentorias de los 2,3 millones de gazatíes, e hipotecando gravemente el futuro inmediato de la Franja, cuyo “día después” prácticamente dependería por completo de ayuda extranjera. Esto viene acompañado de un serio incremento de la violencia en Cisjordania, con la participación adicional de colonos extremistas, y de la mayor anexión ilegal de tierras palestinas de los últimos 20 años.
Cuando se han cumplido 10 meses del inicio…