Cuando a principios de año la población kazaja se lanzó a la calle, primero en la ciudad petrolera de Janaozen y de inmediato en el resto del país, en protesta por el fin de las ayudas a los precios de los hidrocarburos, parecía iniciarse una nueva revolución de color que ponía en claro peligro el mantenimiento en el poder del presidente Kasim-Yomart Tokáyev, primero delfín y luego sucesor de Nursultán Nazarbáyev en 2019. Sin embargo, en solo unos días las expectativas se han visto frustradas, sin que esto signifique que todo vuelva a la normalidad, por mucho que la movilización ciudadana parezca aplastada por la fuerza.
A este punto de descontento ciudadano se ha llegado a pesar de que Kazajistán es un país rico. Con más de 2,7 millones de kilómetros cuadrados y una población de casi 19 millones de habitantes –con una edad media inferior a los 30 años–…