A primera vista, podría pensarse que Netanyahu ha cedido en su empeño de forzar las bases del Estado de Derecho, tratando de subordinar el sistema judicial al poder del legislativo. Su anuncio de que aplaza de manera temporal el proceso de reforma judicial que su ministro de Justicia, Yariv Levin, presentó el pasado enero, sería entonces el resultado de las crecientes movilizaciones que sacuden el país. A ellas se sumaron, en los últimos días, las críticas de algunos militares, el anuncio de huelga general por parte de la principal fuerza sindical y la intervención del jefe del Estado, Isaac Herzog, pidiendo a su primer ministro que paralice la reforma.
En esencia, el plan de Netanyahu consiste en traspasar a la Kneset la potestad de nombrar a los miembros del Tribunal Supremo –máxima instancia en asuntos constitucionales, en la salvaguarda de los derechos y libertades fundamentales y en la…