La reunión celebrada el 20 de julio en Teherán entre los presidentes Ebrahim Raisí, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan estaba enmarcada formalmente en el llamado “proceso de Astaná”, pero a tenor de los comunicados y declaraciones de los participantes, queda claro que los representantes de Irán, Rusia y Turquía llevaban en la agenda asuntos que iban mucho más allá del conflicto que Siria sufre desde 2011. En cualquier caso, la cumbre no ha conseguido que las tres potencias superen sus diferencias. Tampoco cabe esperar, a corto plazo, un giro radical en sus respectivas formas de actuar en Oriente Próximo.
En Siria es donde con mayor claridad se identifican las dificultades. Por un lado, Turquía ya anunció a principios de junio su intención de lanzar una nueva operación militar en la zona norte de su vecino, con Tal Rifaat y Manbij como objetivos principales. Lo que busca Ankara es…