La creciente influencia de China en las instituciones multilaterales y las agencias de Naciones Unidas no deja de cobrarse víctimas. La primera fue la reputación de la Organización Mundial de la Salud, que por presiones de Pekín se vio incapaz de realizar una investigación imparcial sobre la relación entre la pandemia del Covid-19 y los experimentos biológicos del Instituto de Virología de Wuhan.
Ahora le ha tocado el turno al Banco Mundial y, de rebote, al Fondo Monetario Internacional (FMI). Un informe encargado por el comité ético del Banco Mundial acusa a la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, de haber inflado, a través de “presiones indebidas”, las calificaciones de China en el Índice Doing Business durante su mandato como directora general del Banco Mundial, entre 2017 y 2019.
Creado en 2004, el Índice de facilidad para hacer negocios del Banco Mundial evalúa las regulaciones económicas de un centenar de…