Si en 2022 el número de palestinos muertos violentamente en Cisjordania rondó los 150, en los nueve primeros meses del pasado año la cifra ya superaba los 200. Desde el 7 de octubre pasado la violencia israelí en la zona no ha hecho más que aumentar, contabilizando hasta hoy 650 asesinados (128 en las tres primeras semanas de agosto).

Al igual que Gaza, Cisjordania lleva ocupada por Israel desde 1967. En sus apenas 5.600km2 malviven más de tres millones de personas, teóricamente bajo la Autoridad Palestina, aunque en la práctica es Israel quien determina lo que allí ocurre tanto en el plano social como en el político, económico y de seguridad. El área de acción de la operación israelí se extiende a la zona norte, especialmente en las localidades de Yenín, Tulkarem y Tubas, incluyendo los campos de refugiados ubicados en sus inmediaciones. Es, según sostienen las propias fuentes israelíes, la mayor operación lanzada desde la denominada Escudo Defensivo (2002) y dice tener como objetivo la eliminación de los grupos armados que se han ido constituyendo en la zona durante los últimos tres años.

Más allá del discurso oficial, la citada operación es un paso más en un plan que pretende la anexión completa por parte de Israel del territorio que hay entre el río Jordán y el Mediterráneo, eliminando la posibilidad de que allí exista algún día un Estado palestino soberano. Un plan que incluye anular políticamente a la Autoridad Palestina (muy desprestigiada, por otra parte, a los ojos de los palestinos por sus propios errores y debilidades), ampliar los asentamientos en los que habitan unos 700.000 colonos (incluyendo a los de Jerusalén Este) e impedir el desarrollo de sus habitantes, violando impunemente sus derechos más básicos.

El actual gobierno israelí –especialmente con la presencia de personajes como Itamar…