Desde que en 2010 se hiciera cargo por segunda vez del gobierno de Hungría –su primer mandato como primer ministro concurrió discretamente entre 1998 y 2002– se ha convertido en una auténtica pesadilla para la Unión Europea. Si en el pasado la entrada en el club constituía una suerte de garantía de progreso democrático –anhelada especialmente por quienes habían vivido bajo dictaduras a izquierda y derecha– las derivas húngara y polaca han demostrado que el riesgo de regresión autoritaria es una amenaza muy presente dentro de la UE.
Orbán ha utilizado sus amplios poderes para erosionar los pilares de la joven democracia de su país. La independencia judicial es una quimera y la abrumadora mayoría de medios de comunicación están directa o indirectamente controlados por él.
El sistema electoral así como la Constitución han sido aprobados solo por Fidesz, el partido de gobierno. Ante tal control de las instituciones y…