Con su decisión de estrenar en 2021 sus películas simultáneamente en cines y su plataforma digital HBO, Warner Bros. –filial de AT&T desde 2018, cuando el gigante de las telecomunicaciones compró Time Warner por 80.000 millones de dólares– va a sacudir hasta los cimientos la industria del entretenimiento y los hábitos de consumo del séptimo arte, vinculado desde la década de 1890 a su exhibición en salas.
El 24 de diciembre, cruzando el Rubicón, Pixar estrenó Soul en Disney+. Warner Bros. hizo lo mismo con Wonder Woman 1984 en HBO. Por esas mismas fechas, Regal Cinemas, la segunda cadena de salas multiplex de Estados Unidos y Canadá, pidió un crédito de emergencia para no caer en la insolvencia. Otra de ellas, AMC, adeuda unos 5.500 millones de dólares, ocho veces más de lo que vale en bolsa. Las deudas de Cineworld, el tercer exhibidor, rondan los 8.200 millones. La National Association of Theater Owners ha pedido un rescate al gobierno federal para capear la tormenta.
El problema es que nadie sabe cuándo amainará. Warner Bros. tiene planeado estrenar 10 películas en salas en 2022. En 2019 estrenó 18. Eventos virtuales van a sustituir sine die las ceremonias de premiación. En 1951,…