Las cifras de las elecciones en Guatemala muestran el rechazo popular al sistema político, que algunos analistas califican de “autoritarismo corporativo” por la alianza informal que han formado políticos, empresarios, militares y estructuras criminales para protegerse entre sí y mantenerse el poder. Desde 2016, los gobiernos de Jimmy Morales y Alejandro Giammatei lograron consolidar una mayoría legislativa integrada por una decena de partidos que, coaligados, han cooptado al ministerio público, a la corte constitucional y la procuradoría de derechos humanos para que persigan y criminalicen opositores.

Las manipulaciones del sistema electoral del que los propios guatemaltecos llaman el “pacto corrupto” ya provocó que en 2019 la abstención llegara al 38% en la primera vuelta y al 58% en la segunda. Según el Latinobarómetro, solo el 32% confía en las elecciones. Es explicable. Desde que comenzó, el actual proceso electoral fue adulterado por la descalificación por tecnicismos administrativos de tres candidatos…