Con la acostumbrada brillantez discursiva de la diplomacia francesa, Emmanuel Macron ha tratado de convencer a propios y extraños de que París está dispuesto a abrir una nueva etapa en sus relaciones con la región del Sahel y con la centroafricana. En su discurso del pasado 27 de febrero, previo a una gira por cuatro países de la zona (Gabón, Angola, Congo y República Democrática del Congo), en la que era su decimoctava visita desde que accedió a la presidencia, Macron adoptó desde el inicio una actitud modesta y hasta autocrítica. Luego pasó a prometer cambios en una relación que debe suponer “una inversión solidaria y colaborativa”, superando la que desde hace décadas ha sido una relación básicamente jerárquica, muy lastrada por su sesgo de seguridad y resumida en la criticada Françafrique.
Así, por una parte, Macron reconoce que Francia ha asumido en ocasiones una carga que no ha…