La anunciar su candidatura a las primarias republicanas, Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora de Donald Trump ante Naciones Unidas, ha abierto la carrera hacia la Casa Blanca. Una contienda que los conservadores estadounidenses quieren convertir en el último episodio de las guerras culturales, esta vez entre wokes y antiwokes.
Hasta 2017, woke era solo el pasado del verbo to wake (despertarse). Hoy, el diccionario Webster define el término como “ser consciente de ciertos hechos y realidades sociales, sobre todo relacionados con injusticias, discriminaciones raciales, desigualdades socioeconómicas o abusos policiales”. Según los conservadores, sin embargo, el wokismo forma parte de una campaña de adoctrinamiento de izquierdas y de una agenda política “antiamericana”.
Todos los posibles candidatos republicanos –Trump (28% de intención de voto), el gobernador de Florida, Ron DeSantis (39%), Haley (4%), el exvicepresidente Mike Pence (9%) y el exsecretario de Estado Mike Pompeo–…