En un área como la economía, donde la división entre los países del norte y del sur europeo ha sido nota dominante desde la crisis del euro, la propuesta hispano-neerlandesa tiene un gran simbolismo. El actual acuerdo es una adaptación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de los años noventa y, en síntesis, establece dos límites fundamentales: la deuda pública debe permanecer por debajo del 60% y el déficit público bajo el umbral del 3% del PIB. El pacto se ha caracterizado por sus incumplimientos y por la falta de mecanismos efectivos de sanción contra los incumplidores.
La realidad es que el PEC “no satisface a nadie, los países con más déficit consideran que tiene una disciplina demasiado restrictiva y los países con superávit observan los altos niveles de deuda entre sus vecinos y concluyen que el pacto no ha sido suficientemente restrictivo”, observaba recientemente Martin Sandbu en las…