El proceso se aventura lento y delicado, con la vista puesta en 2027, momento en que se celebrarán las próximas elecciones presidenciales. El resultado electoral francés, un suspiro para el establishment galo y para la mayoría de capitales de la UE, evitó la victoria del partido de Marine Le Pen y la llegada al poder de su partido. En cambio, el mapa político se ha vuelto considerablemente más complejo y las piezas tardarán en encajar, si es que se consigue.

Con 182 escaños para la coalición de izquierda (Nuevo Frente Popular, NFP), 168 para los centristas del presidente Macron y 143 para el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), la Asamblea ahora está dividida en tres bloques distintos. El camino del acuerdo podría pasar por el centro.

El presidente ha pedido un amplio “pacto de gobernabilidad” que excluya a las formaciones anti-europeas, la extrema derecha y a la extrema izquierda de La Francia Insumisa, el Partido de Melenchon. En una carta a los periódicos regionales, Macron instó a los partidos principales con “valores republicanos” a formar una coalición de gobierno. “Depositemos nuestra esperanza en la capacidad de nuestros líderes políticos para demostrar sensatez, armonía y calma en su interés y en el del país”, escribió. “Es a la luz de estos principios que decidiré sobre el nombramiento del primer ministro”.

La constitución francesa no establece plazos. Una vez den resultado las negociaciones entre partidos, el presidente Macron deberá nombrar un nuevo primer ministro que pueda reunir apoyos suficientes en la Asamblea Nacional. Después, el nuevo jefe del ejecutivo deberá formar un gabinete, que refleje la pluralidad de fuerzas que serán necesarias para armar una mayoría. Por último, el nuevo ejecutivo deberá presentar un programa de gobierno y obtener la confianza de la Asamblea Nacional.

Dentro del “macronismo”, se…