Entre las más habladas están el aimara, arahuaco, náhuatl, guaraní, maya, chibcha y mapuche, varias de ellas en más de un país. La mayoría están en riesgo de extinción, entre otros factores por los prejuicios, la discriminación, las migraciones y la falta de transmisión generacional. Las campañas educativas privilegian el monolingüismo –salvo casos como los de Canadá, Paraguay o Bolivia– al considerarlo una seña de unidad nacional.
De las 4.000 lenguas indígenas que subsisten a escala global, una desaparece cada dos semanas con la muerte del último de sus hablantes. En los próximos 10 años se perderán la mayoría de las de EEUU, asegura Michael Running Wolf, fundador de Indigenous AI. Sus ingenieros informáticos utilizan la inteligencia artificial para ayudar a preservar dos centenares de lenguas nativas norteamericanas.
Históricamente, la extinción lingüística ha estado asociada al colonialismo, que utiliza la uniformidad lingüística para afianzar su dominio político, cultural y económico. Hacia el siglo XX, habían desaparecido el 20% de las lenguas nativas de las regiones colonizadas por europeos. Al erradicarlas –voluntariamente o no– los colonizadores desconectaban a los pueblos nativos de su cultura, memoria, sentido comunitario y relación con la tierra. La lengua original de Hawái casi desapareció por una ley que hizo del inglés la única lengua en colegios públicos y privados. Desde que se derogó en 1987, la población que la habla ha aumentado un 5% al año.
La mayoría de las lenguas, que comenzaron a aparecer hace unos 250.000 años y hoy se desvanecen sin dejar rastro, son casi siempre orales. Según los lingüistas, siguen vivas 7.164. Más de la mitad de la población mundial habla solo uno de los 25 idiomas más difundidos: inglés, mandarín, castellano, hindi y árabe… Pero la mayoría de ellas tienen solo un puñado de hablantes. La mitad las hablan comunidades…