China no ha corrido la misma suerte que Canadá y México, que tras extrañas negociaciones, consiguieron retrasar un mes la entrada en funcionamiento de las nuevas tarifas. Para Pekín, los aranceles del 10% a la importación entraron en vigor el 5 de febrero y la contraofensiva arancelaria de China empezará a funcionar este 10 de febrero.
El nuevo presidente de EEUU ya había advertido de su intención de poner en marcha duros aranceles contra rivales y aliados. De hecho, las medidas adoptadas hasta la fecha son mucho más leves de lo que llegó a afirmar durante la campaña electoral. Por ejemplo, en el caso de China, prometió que establecería aranceles de hasta el 100% a algunos productos para acabar con el déficit comercial.
Sin embargo, la noticia de los aranceles cayó como una losa. Para empezar, el dólar aceleró su escalada de las semanas anteriores. El motivo es que esta política obligará a la Reserva Federal a mantener los tipos de interés altos por más tiempo. El primero, que los aranceles generan inflación al encarecer los productos importados. El segundo, que la inversión interna para sustituir las exportaciones recalentará la economía doméstica. Ante esta coyuntura, los inversores optaron por refugiarse en el dólar y aprovechar los tipos de interés más altos y la subida de la divisa.
Pero, en términos de política comercial, si la divisa se aprecia, comprar en el extranjero será más barato, lo que reduce el impacto de los aranceles. El tipo de cambio se ajusta así a un nuevo escenario de menor déficit exterior estadounidense y un coste de las importaciones relativamente más alto. Los aranceles cambian los equilibrios del mercado, pero éste también se ajusta al impacto de las políticas públicas.
Desde la victoria de Trump, el dólar se ha apreciado un 3% frente al…