En octubre, la 25 división aerotransportada de EEUU participó con fuerzas australianas, japonesas, indonesias, surcoreanas y filipinas en unos ejercicios militares en Hawái que replicaron las condiciones de desembarcos anfibios en islas tropicales. En los simulacros, se debían enfrentar a tropas regulares de una gran potencia con capacidad terrestre, marina, aérea y espacial.
En la última conferencia de seguridad Shangri-La de Singapur, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, recordó que 300.000 de los 450.000 efectivos militares de su país están desplegados en el Indo-Pacífico, lo que incluye los del golfo Pérsico/Arábigo, Australia, Japón, Corea del Sur y Filipinas, pero también los de bases de Alaska, Hawái, Oregón, Washington y California.
Para salvar la tiranía de la distancia –los 10.000 kilómetros que se extienden, por ejemplo, entre Taiwán y la base de Tacoma (Washington), EEUU no puede prescindir de ninguno de sus aliados en un océano que cubre una superficie mayor que la de todos los continentes juntos.
Australia, con EEUU, Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda, por otra parte, forman el club más exclusivo del mundo: la alianza de los “cinco ojos”, cuatro de cuyos miembros son monarquías parlamentarias en las que reina la dinastía Windsor. En 1951, Australia y Nueva Zelanda firmaron con Washington un pacto de defensa mutua (Anzus).
A diferencia de británicos y canadienses, Australia sí envió tropas a Vietnam y después a Irak y Afganistán, donde sus fuerzas especiales se vieron involucradas en una decena de incidentes que fueron denunciados como crímenes de guerra.
El Pentágono y Australia han gastado 1.000 millones de dólares para ampliar la base de la RAAF en Tindal, construida en 1942, para que pueda acoger bombarderos B-52, aviones cisterna KC-30 y cazasubmarinos P-8A Poseidon y grandes depósitos de municiones y combustibles.
En Queensland y las islas Cocos se están reconstruyendo…