La concatenación de la pandemia y la crisis inflacionista ha pulsado el detonador de la deuda pública para muchos países pobres y emergentes. La pandemia disparó la deuda pública por la caída de la recaudación y el incremento de los gastos para financiar la sanidad y el sostenimiento de las rentas de las familias. El Fondo Monetario Internacional estima que los países de bajos ingresos necesitarían casi medio billón de dólares hasta 2026 para reconstruir los márgenes fiscales perdidos por la deuda del Covid. Por fortuna para los gobiernos, lo peor de la pandemia fue corto (aunque todavía no haya acabado) y la vuelta del crecimiento ayudó a contener los déficits públicos. Sin embargo, no tuvieron margen para reconstruir su situación financiera cuando comenzó otra crisis, esta inflacionista, provocada por la guerra en Ucrania.
Los gobiernos se han visto forzados a reactivar la máquina del gasto público para ayudar a sus…