Cuando Narendra Modi fue reelegido en junio para su tercer mandato consecutivo, recibió felicitaciones de todos los grandes líderes mundiales, con una solitaria excepción: Xi Jinping. En su anterior reelección, en 2019, el presidente chino fue uno de los primeros en felicitar al primer ministro indio, con el que se ha reunido una veintena de veces en la última década.
Xi, en cambio, sí congratuló al paquistaní Shebhaz Sharif y a la bangladeshí Sheik Hasina cuando ambos fueron elegidos. Su gesto de descortesía hacia Modi no es la única señal de la frialdad política que reina entre los dos gigantes asiáticos.
En 2023, China superó a Estados Unidos como mayor socio comercial de India, una relación muy desequilibrada en muchos aspectos. Desde 2020, el déficit comercial indio con China ha aumentado un 75%, hasta los 85.000 millones en 2023. La economía china –cinco veces mayor que la india– representa hoy el 10% del comercio exterior de India y es el origen del 15% de sus importaciones que, desde 2020, han aumentado un 56%, hasta los 102.000 millones de dólares.
El problema tiene difícil solución para Nueva Delhi. Los mayores desequilibrios se presentan en sectores críticos –farmacéutica, electrónica, paneles solares, vehículos eléctricos, maquinaria pesada– e imprescindibles para los planes de industrialización del gobierno y que requieren inversiones, técnicos y tecnologías que China puede aportarle.
Según el Global Trade Research Initiative de Nueva Delhi, en 2023 el país compró a China el 39% de los equipos eléctricos, electrónicos y de telecomunicaciones, el 38% de la maquinaria y el 30% de los textiles y químicos que importó.
Los crecientes lazos comerciales no mitigan las tensiones geopolíticas. En el Himalaya, India y China tienen la mayor frontera sin delimitar que existe en el mundo y que ya provocó una guerra en 1962…