Los últimos días han alterado el habitualmente ritmo tranquilo de la política portuguesa y sumido al país en una grave crisis institucional. Al saber que iba a ser investigado por el Tribunal Supremo por corrupción, tráfico de influencias y prevaricación entorno a unos proyectos energéticos, el primer ministro, António Costa, no dudó en presentar su dimisión. La caída ha sorprendido por ser uno de los líderes más respetados en el centro izquierda europeo, que ha manejado con gran habilidad los juegos del poder para mantener a raya a rivales de otros partidos, y del suyo propio, que amenazaron su liderazgo.
Costa llegó al poder en 2015. Primero con una coalición de izquierdas y desde 2022 apoyado en una mayoría absoluta. Destaca en su legado su capacidad para atraer turismo e inversiones extranjeras, dos piezas clave en la recuperación del país luso tras una dura crisis financiera.
La decisión del…