Desde que en 1855 el británico Roger Fenton fotografió por primera vez una guerra, la de Crimea, las cámaras se hicieron ubicuas en los campos de batalla. En la Gran Guerra, los soldados tenían prohibido llevarlas al combate por el temor de sus manos a que las fotos pudieran servir al enemigo. Eran otros tiempos.
Hoy en Ucrania, los oficiales alientan a sus tropas a tomar fotos y vídeos y subirlos a internet para levantar la moral de sus seguidores. En la guerra de Gaza, los yihadistas de Hamás han ido aun más lejos.
Los miembros de las brigadas Al-Qasam que el 7 de octubre asaltaron los puestos militares, comisarías y kibutz israelíes cercanos a la Franja, llevaban, junto con sus fusiles y municiones, cámaras digitales GoPro para grabar sus atrocidades, que luego colgaron en Telegram.
En uno de esos vídeos se ve a un yihadista ejecutar a sus víctimas…