El 22 de enero entró en vigor el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares. Con la decisión de Honduras, materializada el 24 de octubre, se alcanzaban las 50 ratificaciones necesarias, poniendo en marcha el reloj para que 90 días más tarde tomara cuerpo el proceso que la Asamblea General de Naciones Unidas había iniciado con la aprobación del texto el 7 de julio de 2017. En aquella fecha fueron 122 los miembros de la ONU que votaron a favor, mientras que Singapur se abstuvo y tan solo Países Bajos votó en contra.
En esencia, la iniciativa de la Campaña Internacional para la Prohibición de Armas Nucleares, galardonada con el premio Nobel de la Paz en 2017 como reconocimiento a esta labor, permite contar con un texto que prohíbe el uso, desarrollo, producción, ensayo, estacionamiento, almacenamiento y amenaza de uso de ingenios nucleares. Se añade así a textos similares que en el terreno químico o biológico habían llegado a ese punto, como un paso más a lo que ya contempla el Tratado de No Proliferación (TNP, en vigor desde 1970 y con vigencia indefinida a partir de 1995, del que India, Israel y Pakistán no forman parte y del que Corea…