Gracias a décadas de inversiones en educación y formación laboral, hace mucho que las principales exportaciones de Costa Rica dejaron de ser el café o las frutas. Hoy son los instrumentos médicos y otras manufacturas que fabrican compañías bajo un régimen tributario especial. En 2023, el sector creció 10%, tres veces más que los tradicionales, aunque solo aporta una séptima parte del PIB y un octavo del empleo.
San José quiere aprovechar la premura que tiene Washington de reducir su dependencia de chips asiáticos y trasladar su producción a casa o a países más cercanos, geográficamente y políticamente. Costa Rica cumple todos los requisitos del near-shoring: cercanía, estabilidad política y macroeconómica y fuerza laboral cualificada y competitiva.
Los chips se usan en automóviles, aviones, teléfonos, ordenadores y miles de otros dispositivos electrónicos. Los más avanzados van muchas veces a sistemas de defensa. Estados Unidos importa de China más del 40% de los que utiliza su industria de defensa. El 90% de los de última generación –más pequeños que un glóbulo rojo–los diseñan Intel o Nvidia en Silicon Valley, pero casi todos son “Made in Taiwan”.
A TSMC, el gigante taiwanés, construir una planta para fabricarlos le toma una década y una inversión de 20.000 millones de dólares. Casi toda la cadena –desde la I+D al embalaje– se concentra en Taiwán, Japón y Corea del Sur, algo que la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, considera insostenible para EEUU.
Entre la audiencia del reciente acto en San José en el que el presidente Rodrigo Chaves, presentó sus planes industriales, estaban Raimondo, la general Laura Richardson, jefa del comando Sur del Pentágono, y varios altos ejecutivos de Intel llegados expresamente desde San Francisco.
Costa Rica ha excluido a Huawei de las redes 5G del país. Entre otra cosas, Raimondo…