La convicción del régimen norcoreano se reforzó tras los ejemplos del Irak de Sadam Husein o la Libia de Muamar el Gadafi. Para ello, el gobierno no tuvo reparos en violar el Tratado de No Proliferación del que era firmante, ocultando a los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica lo que hacía hasta desembocar en 2006 en su primera prueba nuclear. Al principio, y ya bajo el peso de unas sanciones internacionales que han ido aumentando hasta hoy, su apuesta nuclear le sirvió también como baza de negociación para lograr un cierto alivio de la presión exterior, modulando el desarrollo de su programa nuclear a cambio de ayuda alimentaria e hidrocarburos que, de otro modo, podrían haber provocado el colapso del régimen desde dentro, dada la extrema penuria en la que se encontraba buena parte de los 25 millones de norcoreanos.
Desde la entrada en escena de…