EL crecimiento económico de China basado en su sector exterior y el ahorro genera dos de las mayores preocupaciones políticas de Estados Unidos: el auge del poder del gigante asiático y el detraimiento del crecimiento interno norteamericano. Ambos factores, combinados, ponen en riesgo la estabilidad democrática de EEUU, como quedó patente durante los cuatro años de mandato de Donald Trump. Por eso, aunque Joe Biden quiere cambiar el aspecto de su política exterior, en el abanico de posibilidades no se encuentra la paz comercial, ni tampoco una revisión fundamental de la política de confrontación respecto a Pekín.
Hasta la semana pasada, Biden había jugado la carta de la vacilación (que no vacile). No había dado ninguna certeza sobre el futuro de las relaciones comerciales de los dos países, si bien el secretario de Estado, Antony Blinken, y el coordinador de la Casa Blanca para la región Indo-Pacífico, Kurt Campbell, han…