Colombia, que hoy preside pro tempore la CELAC, la Alianza del Pacífico, la Comunidad Andina y la Asociación de Estados del Caribe, está en una situación privilegiada para poder diversificar su comercio exterior en un contexto marcado por las tensiones geopolíticas y el proteccionismo.
Hasta ahora Colombia orientaba su política y su comercio exteriores hacia Washington. Gustavo Petro, en cambio, ha querido aprovechar la geografía colombiana –situada en un punto estratégico entre Centroamérica, Suramérica y el Caribe– y la creciente influencia de otros actores extranjeros en la región para sacar las máximas ventajas de su condición de “país bisagra”.
La política de Donald Trump hacia América Latina ha incidido en la fractura entre países aliados, detractores y no alineados con Washington. En China, Petro ha encontrado un socio dispuesto a hacer negocios. En la inauguración del foro en Pekín, Xi Jinping presentó un plan de cinco pilares –solidaridad, desarrollo, civilización, paz y conectividad– para la cooperación.
En 2035, el comercio entre China y América Latina podría superar los 700.000 millones de dólares, frente a los 518.000 de 2024. Entre otras cosas, Xi anunció una línea de crédito de 9.000 millones para infraestructuras financiada con “bonos panda” denominados en yuanes y varias medidas para reforzar la coordinación policial contra el narcotráfico, el lavado de dinero, la minería ilegal y el tráfico de fauna.
Los lazos de Colombia con China son recientes, a diferencia de Brasil, que acogió la cumbre de los BRICS+ en Río de Janeiro (6-7 de julio) o Perú y Chile, que firmaron sus acuerdos de libre comercio con China hace más de 20 años. El proteccionismo de Trump convenció a Bogotá de que debía diversificar su comercio exterior para hacerlo menos dependiente de EEUU, hoy su mayor socio comercial, con intercambios de 30.800 millones de dólares en…
