Las guerrillas colombianas que operan en la frontera entre el departamento de Arauca en Colombia y el Estado de Apure en Venezuela comenzaron el año como es habitual: a sangre y fuego. Sus diversas facciones –sobre todos los disidentes de las FARC y el ELN– luchan a muerte por el control de las rutas del narcotráfico, que parten del Caribe hacia México, Estados Unidos y Europa.
Apure es además la puerta de escape de la diáspora venezolana, lo que explica la gran cantidad de soldados per cápita de la región, una de las más altas del mundo. El 7 de enero, la Fiscalía colombiana advirtió de que los enfrentamientos entre grupos armados se están extendiendo a las regiones de Norte de Santander y Casanare en Colombia y a Táchira en Venezuela. Según medios de comunicación en Bogotá, los elenos –miembros del ELN y estrechos aliados del régimen chavista– distribuyen bolsas…