La escena inicial de la serie –producida por David Benioff, D.B. Weiss y Alexander Woo, creadores de Juego de tronos–, está ambientada en la revolución cultural maoísta (1966-1976), que se cobró entre dos y ocho millones de vidas de “enemigos de clase”. En ella, dos guardias rojos arrastran a una tribuna a un profesor de física con un cartel colgado al cuello en el que se le acusa de enseñar la “reaccionaria” teoría de la relatividad de Albert Einstein.
Ese episodio abre la traducción al inglés de la novela de Liu (2024), pero no apareció en la adaptación china al cine de 2023 que produjo Tencent. Para sortear la censura, en la edición china de 2006, Liu colocó el capítulo a mitad de la historia. En las novelas de Arthur C. Clarke, Stanislaw Lem o Isaac Asimov, autores que Liu considera sus maestros, la ciencia-ficción es muchas veces una forma de contar historias políticas en metáforas y universos imaginarios o paralelos.
En 2014, Xi Jinping declaró ante la Asamblea Popular Nacional (APN), el máximo órgano legislativo de la República Popular, que la literatura y el arte deben basarse en valores “socialistas y patrióticos”. En 2018, la supervisión de la industria cinematográfica pasó de manos de una agencia del gobierno al departamento de propaganda del Partido Comunista, que financia gran parte de las producciones de estudios privados como Bona Film, Tencent Pictures, Huayi o iQiyi.
Películas de gran presupuesto y despliegues de efectos especiales y escenas bélicas épicas como La batalla del lago Changjing (I y II, 2021 y 2022), sobre la guerra de Corea, o Los 800 (2020), sobre el asedio japonés de Shanghái de 1937, coproducidas por el Ejército Popular, han sido los mayores éxitos de la taquilla china de los últimos…