La celebración del XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), que comenzó el 16 de octubre en Pekín y en el que Xi Jinping será reelegido para un inusual tercer mandato como secretario general, coincide con la caída de las relaciones entre China y la Unión Europea, dos socios con importantes y sólidos vínculos económicos y comerciales, pero políticamente cada vez más distantes.
Ha llovido mucho desde que Xi se hiciera con las riendas del liderazgo chino en 2012. Su llegada generó expectativas sobre la continuidad en el proceso reformista del régimen hacia la modernidad, alimentadas por la biografía del nuevo presidente, criado en una familia de represaliados en los años de la Revolución Cultural. El propio Xi fue enviado siete años a vivir en el campo para aprender las virtudes del trabajo duro.
«Como demuestran la guerra en Ucrania y el posible estallido de un conflicto armado en…