En la Convención Constitucional primero y después en el Consejo Constitucional, los partidos y coaliciones se esforzaron más en salvaguardar sus intereses políticos que en alcanzar consensos que dieran al país un marco jurídico aceptable para todos. Según un sondeo de Cadem, un 32% de los encuestados estaba “poco o nada” interesado en el proceso constituyente.
Tras cuatro años de debates agotadores y estériles, el país ha terminado en el mismo punto donde comenzó todo. En 2020 el presidente Sebastián Piñera abrió la caja de Pandora convocando un referéndum en el que el 78% votó a favor de redactar una nueva Constitución que sustituyera a la de 1980, heredada del régimen militar (1973-1989).
El problema es que el país vuelve a la casilla de salida más polarizado que antes por las diferencias irreconciliables que mostraron los debates constitucionales en asuntos como el aborto, la objeción de conciencia o el papel…