Casi todas las previsiones sobre probables escenarios bélicos en 2023 sitúan Armenia en los primeros puestos. Con Rusia, su gran protector y aliado militar, distraída en Ucrania, y Azerbaiyán y Turquía dispuestos a tantear los límites de su capacidad militar para intervenir en el Cáucaso Sur, Armenia, la pequeña democracia de mayoría cristiana se siente cada vez más abandonada –e inerme– ante sus expansionistas vecinos musulmanes.
Según el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, la presencia militar rusa en la zona, pactada tras la guerra de 2020, ya no les protege. Los 2.000 efectivos rusos, añade, no han podido desbloquear el corredor de Lachín, cordón umbilical que une Armenia con Nagorno-Karabaj, y que alberga a unas 120.000 personas de origen armenio. Según el acuerdo de 2020, en el que medió Vladímir Putin y por el que cesaron las hostilidades, el contingente debía garantizar la apertura del corredor. Sin embargo, este…