El líder conservador, Pierre Poilievre, que le aventaja por 17 puntos en las encuestas, sabe que el migratorio es el flanco más vulnerable de Trudeau, que gobierna en Ottawa desde 2015 al frente de una coalición de la que ha desertado uno de sus principales socios.
Desde enero de 2018, Canadá ha concedido residencia permanente a 1,6 millones de inmigrantes, 30% de ellos indios, chinos y filipinos. La comunidad canadiense de origen indio (1,4 millones, 4% del total) es la mayor de la diáspora india. Los residentes nacidos fuera suman ya unos 8,3 millones, casi la cuarta parte, la mayor proporción en un siglo y medio y el ratio más alto de la OCDE.
En Reino Unido, en cambio, son el 14%. En 2023, Canadá recibió cerca de 144.000 solicitudes de asilo, 57% más que en 2022. En 2021, por tercer año consecutivo, el país aceptó más refugiados (20.000) que ningún otro país, la mayoría de África y Oriente Próximo. Desde la pandemia, las puertas se han ido cerrando.
En 2019, el 85% creía que la inmigración tenía un impacto positivo en la economía y el 65% apoyaba las cuotas fijadas por el gobierno. En 2023, el 61% decía que ya se recibían a demasiados inmigrantes. Según Abacus Data, casi dos tercios creen que los recién llegados contribuyen al encarecimiento de la vivienda, el desempleo, la saturación de los servicios públicos y el deterioro de la calidad de vida.
En febrero, Ottawa volvió a imponer el visado a los mexicanos y ahora ha anunciado que las empresas solo podrán contratar a extranjeros para cubrir un 10%-20% de sus puestos y las universidades admitir a 360.000 estudiantes extranjeros anuales, que ya no podrán trabajar fuera de los campus. Aunque solo un 25% cree que el país va en la dirección…