La historia humana ha estado marcada por el uso de las fuentes de energía. Cada cambio ha supuesto un gran salto productivo, desde el control del fuego hasta el uso de animales para la producción, que conllevaba un importante giro en las condiciones de vida. En el siglo XXI la humanidad asiste a otra revolución energética, pero en esta ocasión no supone ningún avance productivo, sino que se limita a reducir la contaminación para intentar frenar el cambio climático.

Esta revolución permitirá mejorar el bienestar de todos los habitantes del planeta, pero al no generar un impulso de productividad, tendrá costes en el corto plazo que los países deberán asumir. Entre ellos el incremento de la inflación que se produce hoy día y que algunos medios anglosajones han bautizado como greenflation: subida de precios provocada por la transición ecológica.

Estas presiones inflacionistas se originan a través de…