En sus largos años como diputado federal por Río de Janeiro, Bolsonaro solía votar a favor de políticas intervencionistas y proteccionistas. Presionado por los camioneros, que amenazaban con una huelga por la subida del diésel –un 30% en lo que va de año– el presidente brasileño ha terminado imitando a su antecesora Dilma Rousseff, quien para contener la inflación obligó a Petrobras a congelar sus precios. Esto costó unos 40.000 millones de dólares a la petrolera estatal, muy desprestigiada ya por los sobornos que acompañaban sus contratos durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores (2003-16) y que afloraron en las investigaciones del caso Lava Jato.
Antes de intervenir Petrobras, Bolsonaro anunció la anulación durante 60 días del impuesto federal al diésel. Tras gastar 9.000 millones de dólares en ayudas directas a los más vulnerables por la pandemia, el gobierno ha disparado el riesgo fiscal, lo que va a obligar al banco central a subir sus tipos. La consultora Capital Economics advierte de que la deuda pública, que actualmente roza el 100% del PIB, podría alcanzar el 150% en 2030.
Después de su nombramiento, Silva e Luna dijo que una empresa estatal, sea cual sea, “tiene que tener una función…