La señal más positiva del encuentro personal entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y el presidente chino, Xi Jinping, aprovechando su presencia en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) celebrado en San Francisco la semana pasada, es, precisamente, que haya tenido lugar. En un clima de creciente tensión entre las dos superpotencias es positivo que ambos mandatarios se hayan vuelto a ver un año después de su última reunión en Bali, con ocasión de la reunión del G-20. De ese modo, ambos interlocutores han mostrado, al menos, su voluntad de no romper los canales de contacto, lanzando incluso mensajes conciliatorios similares a los que ya se intercambiaron hace un año. Pero de ahí no cabe deducir ni que el clima se vaya a destensar ni que se haya solucionado ninguno de los problemas de fondo que separan hoy a Washington y Pekín.
Estos problemas derivan de la…