Canadá ha endurecido su política de armas con un programa de recompra obligatoria de las armas semiautomáticas y de asalto (prohibidas hace dos años) en manos de civiles. Es un nuevo indicio del impacto hemisférico de lo que Ioan Grillo llama en Blood Gun Money (2022) los “ríos de fuego”: flujos de armamento que parten de Estados Unidos e inundan los mercados negros de América y que muchas veces terminan en manos criminales.
Según el primer ministro, Justin Trudeau, aún están a tiempo de evitar los peores escenarios. En 2017, el Small Arms Survey estimó que había en el país unos 12,7 millones de armas (ilegales o no) en manos de civiles, 34,7 por cada 100 personas, frente a las 120,5 por cada 100 en EEUU, con más de 300 millones de habitantes. Según el Parlamento de Ottawa, el 60% de los delitos cometidos en ciudades canadienses se realizan…