Aunque no es tan lucrativo como el narcotráfico o la minería ilegal, el tráfico de especies salvajes se está convirtiendo en un negocio multimillonario que amenaza aves, reptiles, anfibios, felinos y primates, dispersos desde el desierto de Sonora a los bosques tropicales, amazónicos y patagónicos, hábitats naturales de raros ejemplares que se venden, si sobreviven, en Asia, Europa y América del Norte.
Monos, felinos, tortugas, caimanes y ranas son las mayores víctimas del negocio. De 10 aves capturadas, solo una o dos sobreviven a los trayectos a los que son sometidas. Según estimaciones del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre peruano, a escala mundial, el tráfico ilegal de fauna salvaje mueve entre 7.800 y 10.000 millones de dólares al año. Como ejemplo, por un guacamayo los comerciantes pagan hasta 227 dólares.
En noviembre de 2020, la policía mexicana incautó unos 15.000 animales de especies protegidas en dos propiedades de la…