La actual oleada de inseguridad ciudadana en América Latina –en parte derivada de la expansión de grandes organizaciones criminales como los cárteles de Sinaloa de México o el Tren de Aragua de Venezuela– ha tenido dos efectos importantes en la región: la popularización de las políticas de mano dura del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y la reactivación del debate sobre la tenencia y porte de armas de fuego por civiles. Un dato ayuda a entender las razones de este doble efecto: aunque América Latina solo engloba al 8% de la población mundial, concentra el 37% de los homicidios.
Desde 2012, los asesinatos en Costa Rica, país que abolió las fuerzas armadas hace 75 años, han aumentado un 66,5%. En Chile, hasta hace pocos años otro país estable y seguro, tres carabineros han sido asesinados en el último mes, uno de ellos presuntamente por delincuentes venezolanos. Para aplacar…