La muerte el 27 de marzo en Tulum (Quintana Roo) de la refugiada salvadoreña Victoria Salazar a manos de una policía –de modo similar a como lo hizo el recién condenado Derek Chauvin sobre George Floyd en Mineápolis en mayo de 2020– mostró con toda crudeza los peligros a los que se exponen los emigrantes de los países del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), hoy atrapados en tierra de nadie entre México y Estados Unidos.

Salazar vivía en México desde 2016. Aunque su muerte fue grabada y difundida en las redes sociales, el caso pasó casi desapercibido en los medios de comunicación y no provocó reacciones de protesta significativas. No resulta extraño. Entre 2011 y 2017 murieron unas 18.000 mexicanas por violencia doméstica. En 2020, 969 mujeres fueron víctimas de feminicidio. La gran mayoría quedaron impunes. Desde 2006, el país ha registrado 80.517 desaparecidos.

El 9 de abril, la fiscalía decidió procesar a 30 infantes de la marina por la desaparición de un número indeterminado de personas en el Estado de Tamaulipas en 2014. Los riesgos se multiplican entre los indefensos migrantes centroamericanos. Más del 60% de los mexicanos cree que son una carga y un 55% que…