El detonante de esta crisis fue la destitución del ministro de Finanzas, Christian Lindner, líder del FDP, por parte de Scholz. El enfrentamiento evidenció las profundas diferencias entre los socios de gobierno respecto a la política económica, en un contexto difícil para la economía e industria alemana y con un agujero presupuestario importante en un país particularmente sensible a la deuda pública.
La relación entre los tres partidos mostró señales de fragilidad desde la puesta en marcha de la coalición en 2021, la primera de la historia en juntar a estos tres partidos en el gobierno federal. Las recientes derrotas electorales de los partidos de coalición en distintas elecciones regionales han deteriorado enormemente el clima en el ejecutivo.
La situación se hizo insostenible tras la victoria histórica de la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD) en elecciones regionales en el este del país, lo que amplificó las tensiones políticas y desató un clima de incertidumbre. El camino hacia las elecciones promete estar cargado de tensión, tanto a nivel doméstico como europeo.
La fecha de las elecciones, por otro lado, ha sido objeto de intensas negociaciones. Scholz inicialmente propuso celebrarlas a finales de marzo, argumentando la necesidad de tiempo para finalizar proyectos legislativos y organizar el proceso electoral. Sin embargo, la oposición, liderada por la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Friedrich Merz, quien probablemente será el próximo canciller, presionó para adelantar la convocatoria, advirtiendo que Alemania no podía permitirse un gobierno débil durante meses.
Finalmente, los líderes parlamentarios han acordado la fecha del 23 de febrero, respaldada por el presidente Frank-Walter Steinmeier. El 16 de diciembre tendrá lugar una moción de confianza que previsiblemente perderá el actual canciller, lo que pondrá en marcha formalmente la convocatoria electoral. Como telón de fondo, durante estos meses tomará forma la segunda…