La MINUSMA nunca ha estado en realidad en condiciones de lograr por sí misma el objetivo de neutralizar la amenaza de los distintos grupos yihadistas activos en Malí. En sus 10 años de actividad, con unos 15.000 efectivos entre militares y policías, la misión ni ha podido frenar la expansión de grupos ligados a Al Qaeda (JNIM, el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes, como referencia principal), al Dáesh (con el Estado Islámico en el Gran Sahara en cabeza) u otros que apenas son más que bandas criminales recubiertas con una ligera patina ideológica, ni mucho menos evitar la deriva golpista y antidemocrática del país.
Militarmente, la misión nunca ha podido garantizar la seguridad de un territorio de más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, con 7.200 kilómetros de fronteras enormemente porosas y unas exiguas fuerzas armadas y de seguridad locales de muy escasa capacidad operativa que son…