La etapa tory que acaba de concluir, con hasta cinco primeros ministros a lo largo de catorce años (David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak) introdujo cambios de calado en el país. Sin ir más lejos, lideraron el divorcio que puso fin a décadas de pertenencia a la UE: el Brexit. Desde Bruselas, se esperan con atención los pasos que el nuevo gobierno laborista pueda dar para mejorar las relaciones.
Hay todavía una importante división entre los británicos sobre el Brexit. Las heridas están demasiado frescas. Starmer, hábilmente, ha decidido tomar un perfil bajo ante las posibilidades de establecer relaciones más estrechas. Ha llegado incluso a negar la posibilidad de ingresar de nuevo en el mercado único, a pesar del mayor grado de arrepentimiento de la sociedad británica sobre la separación.
Las encuestas indican que la opinión pública británica ha cambiado significativamente respecto a la decisión de abandonar la Unión Europea. Una encuesta de Ipsos muestra que el 57% de los británicos considera que el Brexit ha sido más un fracaso que un éxito, mientras que solo el 13% lo ve como un éxito. Además, un 70% de los encuestados piensa que el Brexit ha tenido un impacto negativo en la economía del Reino Unido.
Que Starmer cumpla su promesa de no incorporación al mercado único ni reconsiderar la adhesión a la UE, no quiere decir que no vaya a tomar medidas que faciliten esa transición en el futuro y que incluso vayan encaminadas a una futura reincorporación al club. Todavía es pronto para volver sobre una decisión que ha sido tan traumática para muchos británicos.
A su llegada al gobierno en 2010 los tories se encargaron de repetir que los males económicos del país estaban heredados de la incompetencia laborista…