Un trabajador desinfecta la vía pública en Guadalajara (México) el 20 de marzo de 2020/ULISES RUIZ/GETTY

América Latina en los tiempos del Covid-19

El verbo florido de García Márquez consiguió dar épica y romanticismo al cólera; pero es muy difícil que haya cuentero en toda la región capaz de darle la vuelta a esta epidemia para encontrarle una cara amable.
Francisco Sánchez
 |  25 de marzo de 2020

Hace tiempo que la crisis mundial generada por el Covid-19 ha dejado de ser un problema de salud pública para ser una crisis integral, con repercusiones económicas, sociales y políticas a las que se añaden el desasosiego y la desesperanza por el elevado número de víctimas mortales concentradas en tan poco tiempo: en España, atendiendo a los datos más recientes, muere una persona aproximadamente cada dos minutos. Es verdad que, si se miran las estadísticas, hay enfermedades con más altos índices de mortalidad, pero la sensación de vulnerabilidad que produce la velocidad y virulencia del contagio genera alarma social, como se puede ver en los medios de comunicación y en las redes sociales.

Dicho lo cual, hay que asumir que se trata de una situación imprevisible ante la que se carece de información suficiente como para tener certezas sobre la efectividad de las medidas. A eso se suma que se trata de una crisis cuya intensidad exige ingentes recursos e infraestructura que no todos los países tienen. Si a cualquier experto le hubiesen preguntado en diciembre de 2019 si veía factible que tres meses después se “cerrasen” y detuviesen casi por completo la actividad económica, laboral, cultural y social ciudades como Buenos Aires, Milán, Madrid, Berlín, Bogotá u Oslo, sin duda habría dicho que eso era prácticamente imposible. Sin embargo, como nos consta, ha sucedido.

Al inicio de la crisis los efectos de la enfermedad fueron subestimados debido al ocultamiento de información por parte de la dictadura china. Pero en este momento, gracias a la transparencia informativa de los países que están sufriendo con más fuerza la pandemia, se está dimensionando de mejor manera su alcance, también los efectos secundarios de las medidas tomadas para evitar su propagación.

En el caso de América Latina, cualquier análisis sobre posibles escenarios a partir de los efectos sanitarios, políticos, económicos y sociales de la pandemia resulta aventurado. Sin embargo, ante un previsible incremento de casos en la región, es recomendable llamar la atención sobre los espacios en que hay debilidades y fortalezas. Dejando las cuestiones médicas a un lado, al requerir un conocimiento altamente especializado, se enumerarán a continuación una serie de elementos que han de tenerse en cuenta, ya sea como potenciales efectos de la pandemia o como debilidades o fortalezas con las que hacerles frente.

Estos elementos tienen que ver con la estructura social, poblacional, económica y laboral de los países; con la existencia (o no) de mecanismos que proporcionen la cobertura de servicios básicos y de asistencia a la mayor parte de la población, con la capacidad del Estado para articular todo tipo de medidas y con cuestiones culturales que propicien o dificulten la incorporación individual de dichas medidas colectivas de protección como necesarias. Sin ánimo de exhaustividad, se enumeran una serie de cuestiones relevantes para entender mejor qué puede pasar con la extensión de la pandemia en América Latina.

1. A pesar de la reducción de la pobreza ocurrida en la época del boom de las materias primas, América Latina sigue siendo una región profundamente desigual y no cabe duda de que esta crisis será especialmente dura con los más pobres. Hay que tomar en cuenta que se trata de personas que no cuentan con una red suficiente y efectiva de atención sanitaria por parte del Estado y que, por su carencia de recursos, ven limitada la atención en el sector privado, lo que las hace más vulnerables en el caso de contraer la enfermedad. Los datos de otros países muestran una gran velocidad en el crecimiento de contagios que requieren tratamiento, lo que hace prever una pronto saturación del sistema de salud público que es donde, en teoría, deberían ser atendidos los pacientes con menos recursos (sobre esto, ver el punto 5). Además, la CEPAL indica que la desaceleración económica podría aumentar la cantidad de pobres de 185 millones a 220 millones, en una población de 620 millones. Y las personas con pobreza extrema podrían pasar de 67,4 millones a 90 millones.

2. La pobreza también puede conllevar empleo informal, hacinamiento o vivir en zonas carentes de instalaciones sanitarias. Si la cuarentena y el aislamiento son la primera medida de precaución, cabe preguntarse acerca de las condiciones de familias numerosas, con miembros de diferentes edades y factores de riesgo, conviviendo en escasos metros cuadrados.

3. Un elemento muy preocupante, al que no se está dando mayor atención, es a la estructura del mercado laboral. Según un informe de 2018 de la OIT, en América Latina y el Caribe hay una tasa de informalidad del 53%, lo que significa que cerca de 140 millones de trabajadores están en estas condiciones. La informalidad laboral implica no solo que estas personas si no trabajan no cobran, sino que carecen de cobertura social o prestaciones como trabajadores. ¿Qué va a pasar con esos millones de trabajadores informales cuando no puedan trabajar porque el aislamiento y la cuarentena elimine la actividad en las calles? ¿Dé qué forma podrán satisfacer sus necesidades básicas? En este sentido, resulta relevante el anuncio del Gobierno de Argentina de compensar la falta de actividad económica o la de la Asociación de Estibadores Mixtos Mercado San Roque que señalan que no pueden parar y que para ellos quedarse en casa no es una opción.

 

 

Por otro lado, la carencia de seguros médicos, orfandad o viudez -que suelen estar asociados a la formalidad laboral- hace que el panorama para las posibles víctimas o deudos sea más desalentador aún.

4. Desde la década de 1990, el modelo neoliberal de Estado y de políticas sanitarias se impuso en la región, como señalaba a propósito de esta crisis Manuel Alcántara, lo que ha dejado, en mayor o menor medida, a los países sin las instituciones, capacidades estatales e infraestructura necesaria para que los gobiernos puedan atender de forma efectiva a la población. Como se ha visto a propósito de la crisis chilena, los sistemas de salud en cuyo diseño se priorizaron los intereses particulares antes que los colectivos, suelen terminar siendo excluyentes y ofrecen a los gobiernos peores herramientas para enfrentar una crisis de salud pública como esta.

5. Se trata de una crisis que ha desbordado a sistemas de salud pública de Estados de Bienestar consolidados, como España e Italia, o de países como Corea del Sur o China, con datos de cobertura elevados. La infraestructura y el personal sanitario de los países de América Latina resultaría insuficiente si la crisis se produce en términos similares a lo ocurrido en España, Italia, Corea del Sur o China. A esto se suma que los casos de enfermos más críticos requieren de unidades de cuidados intensivos con respiradores, que son más escasas. Un reportaje de la BBC estimaba el número de camas en unidades de cuidados intensivos por 10.000 habitantes en 2,9 en Argentina; 2,3 en Uruguay; 2,2 en Venezuela; 0,8 en Brasil; 0,3 en Chile; 1,1 en Colombia; 0,3 en Ecuador; y 0,2 en Perú. En México, con cerca de 130 millones de habitantes, se estima que los hospitales públicos tienen cerca de 3.000 camas de cuidados intensivos en hospitales públicos y el doble de respiradores.

 

«La caída de los precios de las materias primas, como el petróleo, el cobre o la agroganadería, está generando fuertes descensos de ingresos en países que ya tenían problemas presupuestarios como Ecuador, Argentina y Venezuela»

 

6. Los primeros cálculos del efecto de la pandemia en la economía latinoamericana, hechos por la CEPAL, implican la revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento, pasando del 1,3% al -1,8%. Además, se podría provocar un efecto en cascada debido a la recesión, aumentando el desempleo, que podría subir un 10% en toda la región. Viendo casos particulares, la dependencia de las exportaciones a China puede hacer que el descenso de la actividad económica en Argentina sea del 5%, en Chile del 3,8% y en Brasil del 2,5%. La caída en el turismo del Caribe puede ser de hasta del 25% si la crisis se prolonga durante tres meses. En la comparativa de Moody’s, la región resulta más afectada que China o EEUU.

7. La caída de los precios de las materias primas, como el petróleo, el cobre o la agroganadería, está generando fuertes descensos de ingresos en países que ya tenían problemas presupuestarios como Ecuador, Argentina y Venezuela. Incluso el presidente Nicolás Maduro se ha acercado al FMI con el fin de buscar financiación. Sin embargo, esta crisis también le puede resultar instrumental a países con problemas presupuestarios que los acercan a la quiebra, como Ecuador o Argentina. El primero, al tratarse de una economía pequeña, podría conseguir nuevas líneas de financiación del FMI y otras multilaterales, que le permitirían cubrir gasto corriente al agónico gobierno de Lenín Moreno. En cambio, Argentina por fin tiene un argumento de peso para no pagar la deuda y diferir sus compromisos financieros sin caer en un default, que sería muy negativo para la ya mala reputación crediticia del país.

8. A pesar de la frivolidad con la que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está tratado la pandemia del coronavirus –solo equiparable a la del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro–, en la rueda de prensa que ofreció el 19 de marzo estuvo acompañado por el subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud de México, Hugo López-Gatell, quien explicó que las personas con enfermedades crónicas como diabetes y obesidad, adultos mayores de 60 años y mujeres embarazadas son los más vulnerables al coronavirus. Preocupación que se entiende mejor al observar que México tiene el mayor porcentaje de personas con obesidad de toda la región. Aunque cabe resaltar que se trata de un problema generalizado en toda América Latina. El tipo de prácticas alimenticias, la comida altamente calórica, el modelo de vida sedentario y dependiente de los vehículos por el tipo de desarrollo urbano o por cuestiones de seguridad, marcan un estilo de vida que fomenta el sobrepeso de la población. Solo un dato para reforzar el hecho de que en la región hay malas prácticas alimenticias: los países con mayor consumo de bebidas azucaradas están en América Latina, situándose nuevamente México a la cabeza del mundo. Estos elevados porcentajes ponen de manifiesto la necesidad de observar y prestar atención a un porcentaje elevado de población cuyo tratamiento puede ser mas complejo por sus condiciones físicas.

9. Cabe llamar la atención sobre las diferencias en las edades promedio entre los países más afectados por la pandemia y América Latina. Siendo optimista y mirando los datos de contagio y mortalidad por edad, se podría decir que es bueno que América Latina tenga una población más joven porque eso reduce el riesgo. No obstante, al influir múltiples factores en el efecto que esto pueda generar, es mejor dejar a los expertos las conclusiones sobre este punto.

10. El Covid genera problemas respiratorios, por ello es indispensable observar el porcentaje de población que está en situación de riesgo con miras al esfuerzo que tendrán que hacer los gobiernos y servicios públicos para atender a los pacientes en los momentos de mayor demanda. Si tomamos las muertes por tabaquismo como proxy de población en riesgo por problemas pulmonares, en este sentido la región en más diversa y no llega a los niveles de China, con el 21,03% de muertes por tabaquismo. Sin embargo, hay demasiados países latinoamericanos con porcentajes similares a Italia o España, duramente azotados por la crisis del coronavirus. A esto se suma que América Latina tiene muchas ciudades ubicadas a mucha altura sobre el nivel del mar, como Quito, La Paz, Bogotá o Ciudad de México, todas ellas con altos niveles de contaminación, aunque el parón generado por la cuarentena a ayudado a reducir este factor.

11. América Latina es una región altamente urbanizada, lo que aumenta las posibilidades de contacto entre las personas y, por ende, la propagación del virus, algo que desde un primer momento preocupó a las autoridades de China, país donde también hay grandes urbes. Si Madrid, con cerca de 6.500.000 habitantes, o Barcelona, con 5.500.000, son las ciudades europeas más afectadas y están teniendo graves problemas para atender a sus enfermos, resulta previsible que los esfuerzos para dar correcta atención en caso de propagación del contagio a la población del Gran Buenos Aires, con cerca de 13.000.000 de habitantes, o los aproximadamente 20.000.000 de habitantes del Área Metropolitana de São Paulo, requerirá de recursos con los que en este momento los Estados no cuentan.

 

«La dilación de los procesos electorales alarga las crisis y aumenta el nivel de incertidumbre»

 

12. En el plano político, la pandemia ha provocado ya que se posterguen las elecciones generales de Bolivia y la celebración de la Asamblea Constituyente de Chile, procesos relevantes para dar salida a las crisis políticas de cada uno de los países. En el caso de Bolivia, la situación en más preocupante porque no se ha definido una nueva fecha lo que genera una situación de legitimidad anómala. La dilación de los procesos electorales alarga las crisis y aumenta el nivel de incertidumbre sobre la salida que tengan las mismas, lo que implica un stand by político y la ralentización de decisiones económicas.

13. Como no podía ser de otra manera, la crisis también podría afectar a Venezuela, un país demasiado expuesto a factores externos que hace que cualquier crisis internacional de calado le afecte. No se trata solo de la caída de los precios del petróleo, sino también de la desaceleración económica que frenará la incipiente recuperación y, sobre todo, la búsqueda de una salida política a la crisis que implicaba la convocatoria a nuevas elecciones con la presencia y participación de actores internacionales que sirvan de mediadores. Aunque la buena noticia, en este caso, es que la oposición ya se ha pronunciado sobre la necesidad de conjurar esfuerzos buscando salidas.

14. También está por verse el efecto que puede tener una pandemia en otros países que vienen de largas crisis sociales y políticas como puede ser Nicaragua, donde la respuesta del gobierno y el Partido Sandinista fue convocar a una marcha que congregó unas 10.000 personas con el fin de solidarizarse con los países afectados por el coronavirus. También está el caso de Honduras, donde cada vez se hacen más patentes las conexiones entre el poder político y las organizaciones criminales y de narcotraficantes.

15. Mención especial merece Haití, que comparte isla con República Dominicana. La epidemia del Covid-19 llega a un país que es el más pobre de América Latina y el Caribe, con un sistema sanitario e infraestructura al límite, que no se ha recuperado aún del terremoto de 2010, y jalonado por el cólera, el dengue, los huracanes, la falta de agua, la insalubridad, la desnutrición, la violencia, la inestabilidad política, la corrupción y la inseguridad.

16. La pandemia nos ha hecho olvidar otras crisis humanitarias de la región como la de la migración. No hay que olvidar la situación precaria, insalubre y de hacinamiento de los centroamericanos, sobre todo, en las fronteras sur y norte de México o en los “terceros países seguros”. También está el caso de los millones de venezolanos que salieron hacia otros países de América Latina. Optaron por esos destinos, en buen número, personas con menos recursos en su país de origen, que siguen viviendo en situaciones precarias en los de acogida. Es muy previsible que, de darse una crisis sanitaria por la pandemia, estas personas carezcan de atención. A esto se suma que muchos de ellos obtienen recursos en la informalidad o los espacios económicos no legales, con el agravante de que no cuentan con una red de soporte familiar como ocurrirá con las personas que, trabajando en el mercado informal, sean naturales del lugar.

17. Las medidas preventivas como la cuarentena necesitan de un Estado que haga efectivo el viejo precepto weberiano del monopolio de la violencia legítima, para lo cual los Estados deben tener los recursos necesarios y la población asumir esto como legítimo, algo que es deficitario en varios países de América Latina. Así, vemos a poblaciones poco dispuestas a cumplir la orden de cuarentena en los mercados de La Paz de El Camal, en el sur de Quito, llegando incluso a enfrentamientos con la policía; o en el mismo país, un conductor atropelló a un vigilante de tráfico luego de agredirlo, por el simple motivo de pedirle que acatase la orden de confinamiento domiciliario. Hay situaciones más graves de falta de control del territorio por parte del Estado, como ocurre en las favelas de Brasil, donde las organizaciones que las controlan ya anunciaron un toque de queda, o la zona sur de Colombia, donde los disidentes de las FARC del Frente Olivier Sinisterra han anunciado que las personas que no cumplan el confinamiento serán consideradas un “objetivo militar”. En el caso de México, el narcotráfico controla partes del territorio hasta tal extremo de que el Estado se rindió el 18 de octubre de 2019 y liberó a una narcotraficante al reconocer que no tiene capacidad para imponerse ante los delincuentes.

18. Resulta irresponsable la demagogia religiosa del presidente López Obrador y su homóloga boliviana, Jeanine Áñez. No se trata de cuestionar la libertad religiosa o la necesidad de cada persona de buscar consuelo en sus sentimientos religiosos, sino de juzgar a los representantes políticos de Estados laicos que hacen pública profesión de una religión y, peor aún, señalan que la oración, el ayuno o las estampitas de la Virgen de Guadalupe pueden ser efectivas para detener la pandemia, poniendo en riesgo a la población. Además, al poner por delante argumentos mágico religiosos en una crisis de salud pública que debe ser enfrentada con argumentos médico-científicos se puede generar mayor confusión entre la población.

 

«Por su velocidad de contagio, la crisis del Covid-19 afecta a todos los sectores sociales, por lo que no funcionan las estrategias habituales de protección de las clases dominantes, como el blindaje y el aislamiento en zonas exclusivas»

 

19. El virus llegó a la región desde Europa y no desde Asia, lo que muestra que, a pesar de que los vínculos económicos entre América Latina y China, foco de la pandemia, han aumentado, las relaciones interpersonales por migraciones o turismo siguen siendo fuertes y fluidas entre Europa y América Latina. Por ejemplo, los focos de contagio de Ecuador están plenamente identificados: una señora que emigró a España por la crisis y que regresaba para una fiesta familiar en un sector popular y, por otro lado, una señora que se contagió durante sus vacaciones en Italia y transmitió el virus a muchos de los invitados a una boda de la alta burguesía guayaquileña, entre los que se cuenta la alcaldesa de la ciudad. Debido a estos dos polos de contagio, que cubren sectores poblacionales diferentes de la cuenca del Río Guayas, la pandemia se está propagando con mucha velocidad.

20. Se trata de una crisis que por su velocidad de contagio afecta a todos los sectores sociales, lo que hace que las estrategias habituales de protección de las clases dominantes, consistentes en el blindaje y el aislamiento en zonas exclusivas, no funcione. Además, es un estilo de vida que requiere de personal de servicio que puede ser potencial portador del virus. Siendo optimistas, es de esperar que la vulnerabilidad de la élite implique una reflexión sobre los efectos nefastos del sistema de privilegios del que se benefician.

La velocidad de la coyuntura, los cambios y las reacciones de los gobiernos hacen que los escenarios cambien cada momento, pero no cabe duda de que debemos estar atentos a estos 20 puntos, y los que surjan. En línea con lo anterior, ya se han producido algunas reacciones que pueden parecer desconcertantes en un primer momento, pero que deben propiciar una reflexión acerca de la relación y visión que algunas sociedades han construido sobre la vulnerabilidad, la enfermedad y la muerte. Por ejemplo, en El Salvador una de las primeras medidas que se adoptó fue cavar tumbas: cuando solo había cuatro muertos, cientos de tumbas ya estaban preparadas. Sin embargo, no se trata de un país que se haya rendido, al contrario, es uno de los que tomó medidas de forma más pronta. Tal es así que esta es una medida más en un país que asume que hay crisis cuyo resultado son muchos muertos: los miles de muertos de la masacre de campesinos e indígenas de 1932, la guerra civil de los ochenta, la violencia pandillera de las maras o el jugarse la vida en la inmigración ilegal han dejado lecciones en un país que sabe que en estos casos las tumbas son necesarias, tanto como la atención médica. Acaso esta medida ilustrará lo que puede ocurrir en la región.

Queriendo hacer de la necesidad virtud, cabe recordar que, lamentablemente, los ciudadanos de América Latina hemos vivido muchas crisis, por lo que hemos desarrollado estrategias de adaptación o supervivencia de las que carecen los ciudadanos de, por ejemplo, los países europeos con altos niveles de certeza institucional, económica y social. Sin querer caer en una visión romántica e idealizada sobre los mecanismos de adaptación o supervivencia que puede desarrollar la población en situaciones de incertidumbre, no hay duda de que es un elemento más a tomar en cuenta durante el desarrollo de la crisis, que es de esperar sirva para que las cosas salgan mejor de lo esperado.

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