Algunas de nuestras niñas, de vuelta en casa

Política Exterior
 |  19 de octubre de 2016

El 13 de octubre la presidencia de Nigeria comunicaba que 21 niñas de las 276 secuestradas en una escuela de Chibok en la madrugada del 13 al 14 de abril de 2014 por Boko Haram habían sido puestas en libertad. Con la ayuda de Cruz Roja Internacional y del gobierno suizo, los dirigentes nigerianos negociaron con el grupo terrorista y obtuvieron la liberación de parte de las secuestradas. El gobierno de Nigeria ha comunicado que se trata solo del principio y que “las negociaciones continuarán”. ¿Habrá un final feliz para las 276 de Chibok que aún siguen vivas?

Es difícil que pueda haber un final feliz para ellas, pero tal vez sí un principio del fin de la pesadilla. Poco a poco se van conociendo las condiciones en las que han vivido durante el cautiverio. Tras el secuestro les dieron a elegir, segmentando el grupo en dos: podían abrazar las enseñanzas del islam y unirse al grupo, o rechazarlo y ser tratadas como esclavas. Las niñas del primer grupo fueron obligadas a casarse con sus secuestradores, quienes abusaron de ellas sexualmente; la mayoría tuvo hijos. Las del segundo grupo fueron obligadas a trabajar como esclavas. Una de ellas ha vuelto con un bebe de 20 meses y la familia ha confirmado que ya estaba embarazada cuando la secuestraron.

Las 21 chicas liberadas formaban parte del grupo de las esclavas. Afirman que una vez que fueron divididas no volvieron a ver a las otras. Media docena habría muerto durante el cautiverio. Una de las liberadas ha contado que al principio estuvieron 40 días sin comer, y que tuvieron que sobrevivir a bombardeos.

Por otro lado, al menos 100 de las niñas que aún permanecen secuestradas no querrían ser liberadas, según el presidente de la Asociación para el Desarrollo de Chibok, Pogu Bitrus. Bitrus lanza dos posibles teorías para explicar dicha postura: o bien han asumido las doctrinas del islam y han sido radicalizadas y convencidas, o bien están asustadas y avergonzadas por haber sido obligadas a contraer matrimonio y formar una familia. Amina Ali, encontrada el pasado mayo con un hijo de cuatro meses, afirmó en una entrevista con Reuters que “echaba de menos a su marido y que no estaba cómoda con como había sido separada de él”. El de Amina podría no ser un caso aislado.

 

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Ordalía sin fin

En abril de 2014, días después de que se produjese el secuestro, 57 niñas consiguieron escapar. En la actualidad, la mayoría de las liberadas se encuentra fuera de Chibok, y muchas fuera del país, entre ellas veinte que están estudiando en Estados Unidos. Tenían miedo a ser etiquetadas como “las mujeres de Boko Haram” y sufrir las burlas y el desprecio de sus vecinos, según Birtrus. Pequeño enclave al norte de Nigeria, en Chibok predomina una mentalidad cristiana conservadora. Bitrus afirma que “es mejor que las niñas liberadas salgan del país porque la estigmatización va a afectar a sus vidas”, ya que “si alguien piensa que Boko Haram ha abusado de ellas, van a ser vistas con malos ojos”.

En estos momentos, el gobierno negocia la liberación de otras 83 mujeres, también pertenecientes al grupo de las esclavas. Según fuentes citadas por Associated Press, la negociación ha sido en realidad un intercambio: cuatro guerrilleros habrían sido liberados y puede que Boko Haram haya recibido dinero a cambio. El Gobierno nigeriano lo niega. El suizo, también.

Tras pasar por un equipo de doctores, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales, las 21 mujeres liberadas se reencontraron con sus familias el 16 de octubre en una ceremonia cristiana en Abuya, la capital del país. El presidente nigeriano, Muhammaud Buhara, se reunió con ellas en los días siguientes. Tras darles la bienvenida, recordó que “el terrorismo nigeriano lleva a sus espaldas 30.000 muertos”.

Boko Haram no cesa en sus ataques, el último el 19 de octubre, cuando un coche bomba mató a ocho personas. Buhara ha pedido ayuda a la ONU para proseguir con las negociaciones y, por fin, lograr el #BringBackOurGirls.

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