Acuerdos como el Protocolo de Kioto en su día o el actual Acuerdo de París han tratado y tratan de poner a los países de acuerdo para frenar el impacto de nuestro estilo de vida sobre el medioambiente. Las grandes potencias marcan la agenda, pero algunos de los Estados más pequeños del mundo, en su mayoría isleños, son los que primero sufrirán, los que ya sufren las consecuencias del cambio climático. En uno de esos países, los Estados Federados de Micronesia, batalla contra el calentamiento global una joven medioambientalista, Yolanda Joab, fundadora y directora ejecutiva de Island PRIDE (Promoviendo la resiliencia mediante la participación, el desarrollo y la educación).
A través de esta organización, Joab desarrolla programas sobre adaptación al cambio climático, reducción del riesgo de desastres y educación en su país, las Islas Marshall y Palau, tres de los cuatro países junto a Nauru forman Micronesia. Con estos programas, Island PRIDE busca empoderar a estudiantes y comunidades en los pueblos e islas más remotas para que hagan suya la lucha contra el cambio climático.
Los 340.000 habitantes de Micronesia se enfrentan a grandes desafíos. En las islas, las vidas están atadas al medioambiente. Los hábitos alimentarios, la cultura, las prácticas y costumbres tradicionales, el idioma y las historias que pasan de generación en generación están conectadas profundamente al medio. Por eso es su responsabilidad y deber conocer las amenazas que el cambio climático genera para prepararse y adaptarse, argumenta Joab.
Durante cinco años, Joab ha ayudado a dirigir un programa que ha educado a unos 10.000 estudiantes en 62 escuelas de 57 comunidades, ayudando así a las comunidades de las islas a tomar cartas en el asunto y desarrollar estrategias para enfrentarse al cambio climático en función de sus propias necesidades.
Los programas aportan a los habitantes las herramientas para que desarrollen sus propios planes de acción. Así, se han instalado entre otras cosas sistemas de cultivo de agua de lluvia en escuelas y paneles solares para logar el autoabastecimiento. Todos estos proyectos han sido desarrollados aprovechando la experiencia de los lugareños, quienes mejor conocen su comunidad, adaptándolos al medio local. Según Joab, no todo consiste en soluciones grandes y caras, sino que los pequeños pasos también marcan la diferencia. Por eso señala la necesidad de formar una generación de jóvenes conocedores de la realidad y que actúen en consecuencia y tomen iniciativas por sí mismos.
Además de los desafíos a los que se enfrenta en su trabajo sobre justicia climática, Joab también es una defensora apasionada de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Ser una mujer joven en una posición de liderazgo en este área no es común en su región. Su meta es romper barreras y estereotipos impuestos sobre las mujeres a través de su trabajo.
Llamada a la acción
En el plano internacional, Joab ha hecho varios llamamientos a todos los actores involucrados y con poder de revertir la tendencia del cambio climático. Ha pedido a los países con mayores índices de emisiones de gases de efecto invernadero que tomen medidas. Proclama que los isleños del pacífico no están esperando a ser salvados: se están adaptando y luchando, pero necesitan del esfuerzo internacional.
También recuerda a la gente la importancia de que sus líderes se plieguen al Acuerdo de París, ya que la solidaridad y el trabajo en conjunto a escala global es imprescindible. Hace falta energía, esfuerzo y tiempo para invertir en las tecnologías de energía renovable y lograr un desarrollo sostenible. Joab añade que la labor de los medios también es necesaria: son ellos quienes pueden poner el foco en historias no contadas de la población originaria y su lucha contra la preservación del medio, para visibilizar respuestas locales al desafío del clima.
Esta joven medioambientalista pone en evidencia que nadie cuestiona a los países por construir ejércitos o desplegar patrullas fronterizas en nombre de la seguridad nacional. Sin embargo, el cambio climático no se percibe como tal, como una amenaza a la seguridad nacional de cada paí, pese a su emergencia. Según Joab, lo peor está por venir. Bien lo saben en las islas.