APODO: El General del cambio.
FRASE: “Cada cual ha estado trabajando por el país a su manera”.
CURRÍCULO: Se equivocaron quienes en 2007 pensaban que Thein Sein, primer ministro interino de Myanmar tras caer enfermo Soe Win, seguiría instrucciones del todopoderoso Than Shew, jefe de la junta militar que gobernó el país entre 1962 y 2011. Desde que las elecciones de 2010 (las primeras celebradas en 20 años) le confirmaran en el cargo de presidente, Thein emprendió un proceso de cambio que ha sorprendido dentro y fuera del país. “El camino de apertura no tiene marcha atrás”, aseguraba Thein en la Asamblea General de la ONU en 2012. Y así ha sido hasta hoy. La opositora Liga Nacional por la Democracia (NLD, en inglés), liderada por la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, ha ganado las elecciones del 8 de noviembre. Birmania (renombrada Myanmar en 1989) comienza una etapa en su transición democrática en la que el sufragio popular debe sustituir al poder militar que aún gobierna el país y controla unas instituciones anquilosadas y corruptas (un 25% de los escaños del Parlamento siguen reservados para los militares).
Thein, nacido en 1945 en una pequeña comunidad rural del delta del río Irrawaddy, ha dirigido hasta ahora el cambio desde dentro. Se graduó en la academia militar en 1968, y en 1990 ya era miembro del Consejo de Estado para la Paz y Desarrollo, el máximo órgano del gobierno birmano. Participó en la redacción de la Constitución de 2008 y, en abril de 2010, renunció a su cargo de general y lideró la formación del Partido por la Unión Solidaria y el Desarrollo (USDP), con mayoría en el Parlamento desde las elecciones de 2010. La junta militar se autodisolvió en marzo de 2011. Muchos se pregunta qué llevó a un hombre forjado en la junta militar a dirigir sin titubeos la apertura y transición de Myanmar. Como muchos hombres birmanos, el padre de Thein se hizo monje budista tras morir su esposa. Quizá esta trayectoria vital hacia la paz y la contemplación sean parte del pensamiento de Thein sobre el destino de su país.
MÉRITOS: Si Suu Kyi representa la oposición y la resistencia, Thein Sein es el rostro del cambio en Myanmar. En cuatro años de reformas, Thein ha allanado el camino: ha liberado a cientos de prisioneros, algunos por causas políticas; ha relajado la censura sobre los medios de comunicación; ha conseguido que los países occidentales levanten la práctica totalidad de las sanciones; y ha emprendido un proceso de diálogo con minorías étnicas. Cuando le preguntan por qué tomó el camino de la apertura, Thein asegura que fue respuesta al deseo del pueblo birmano. Sin embargo, una sucesión de acontecimientos se presentan como detonantes: la «revolución del azafrán», en septiembre de 2007, que llevó a la junta militar a recibir la condena de los medios y la comunidad internacional; el ciclón Nargis, que mató a más de 140.000 personas en 2008; y la creciente dependencia de China, que amenazaba con convertir al país en un satélite de Pekín.
Donde Thein no ha avanzado ha sido en el estatus de la minoría rohingya, una de las más perseguidas del mundo, y víctima de crecientes oleadas de violencia y persecución en los últimos años. Gobernar un país con más de 100 grupos étnicos (shan, karen, rakhine, mon, indios, chinos, rohingya…) será el gran reto para Suu Kyi, criticada por su ambigua posición sobre la situación de los rohingya.
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