APODO: ¿Francisco el Breve?
FRASE: “Tengo la sensación de que mi pontificado va a ser breve”.
CURRÍCULO: Dos años después de haber sido elegido como papa, Jorge Mario Bergoglio confiesa que tiene “una sensación un poco vaga” que no sabe definir, “pero tengo la sensación que el Señor me pone para una cosa breve, no más”. Quizá haga referencia al ejemplo de Joseph Ratzinger, quien en un gesto insólito renunció al papado tras llegar a la conclusión de que “para gobernar la barca de Pedro y anunciar el Evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu”. Y el apoyo de los suyos, cabría añadir. Benedicto XVI estuvo en el cargo poco más de siete años, durante los cuales se sucedieron los escándalos de pederastia y corrupción. Acabó sus días de papa como “un pastor rodeado por lobos”, en palabras de L’Osservatore Romano. En apenas dos años, Francisco se ha ganado la enemistad de una parte significativa de la Iglesia católica y su entorno; quizá sus palabras sobre la brevedad de su pontificado hagan referencia, de manera oscura, a la enconada oposición que levanta su agenda de reformas.
Hay un sector muy crítico con Bergoglio, sobre todo en las esferas “más asilvestradas” del mundo eclesiástico. “El papa Francisco fastidia –escribía Marco Politi en 2013 en Il Fatto quotidiano– a los conservadores obtusos, a los prelados chanchulleros, a los cínicos amantes del poder; por la limpieza que quiere introducir en los negocios vaticanos, por la coherencia que pretende del clero, por los reproches a los obispos-príncipes, por la intención de abolir la monarquía absoluta católica haciendo participar a los obispos en el gobierno de la Iglesia”. En The New Republic, Elisabeth Stoker habla de que sin haber introducido cambios sustanciales en la doctrina católica, el papa se ha ganado el oprobio de numerosos conservadores en Estados Unidos, algunos incluso han llamado a su desautorización.
MÉRITOS: En la semana grande de la Iglesia católica, Francisco parece más decidido que nunca a emular, si hace falta, los pasos de Cristo, para bien y para mal. El vía crucis de Bergoglio ha empezado al intentar echar a los mercaderes del templo o, en otras palabras, proceder a la purificación de todo el andamiaje económico con el que se mantiene la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano. En estos momentos, los “hombres de Paco” negocian con el gobierno italiano el fin del Vaticano como paraíso fiscal, al mismo tiempo que luchan por convertir al Instituto para las Obras de Religión, el banco vaticano, en una institución transparente. Solo por esta tarea ya merecería crucifixión y posterior ascensión a los cielos. Pero es que además Francisco está impulsando la reforma del gobierno de la Iglesia, promoviendo su descentralización. Y todo ello aderezado con un cambio de actitud, más “flexible”, frente a los llamados “problemas modernos”: desde el respeto a los homosexuales hasta la revisión del papel de la mujer en la Iglesia. #AlfombraRoja para el papa más popular y bravo desde Juan XXIII.
Recen por mí.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) marzo 13, 2014
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