APODO: El zar antiterrorista.
FRASE: “Esto solo incrementará mi determinación de luchar contra el terrorismo en el reino”.
CURRÍCULO: La Arabia Saudí que conocíamos ya no existe. En estos términos hablaba a Al Jazeera el director ejecutivo del Arab Center de Washington, Khalil Jahshan, horas después de que el rey Salmán Bin Abdulaziz (79 años) anunciase un “terremoto” en la cúpula dirigente del país. Emergen dos hombres fuertes: el hijo “predilecto” del monarca, Mohamed Bin Salmán (35 años), que ocupa el cargo de ministro de Defensa y velará además por el desarrollo económico del país; y el nuevo príncipe heredero, Mohammed Bin Nayef (55 años), quien al cargo de ministro de Interior suma responsabilidades en materia de seguridad y política exterior.
Sobrino del monarca, Nayef cursó parte de sus estudios en Estados Unidos. Se le considera uno de los dirigentes saudíes mejor relacionados con la administración estadounidense, además de un profesional pragmático. Desde su puesto de ministro de Interior, cargo que ocupa desde noviembre de 2012, se ha encargado de aplicar mano dura contra los extremistas dentro del país, con Al Qaeda en el punto de mira. Que fuese víctima de un intento de asesinato por parte de la organización yihadista en 2009 sin duda ayudó en la tarea, como el propio Nayef reconoció después del antentado con la frase que abre esta pieza.
El hecho de que no tenga hijos varones deja el camino expedito para Salmán, quien se sitúa en el segundo escalón de la línea sucesoria. Por primera vez, uno de los nietos del fundador del reino, Abdulaziz Ibn Saud, es candidato a la corona.
MÉRITOS: Desde hace un año, Nayef se ocupa de la política saudí hacia Siria. Junto con Salmán, defiende una política exterior más agresiva por parte de Riad, ya que considera que el país se enfrenta a un reto existencial –la lucha por la hegemonía en Oriente Próximo– y a un enemigo formidable: Irán. Hace poco, el líder supremo iraní, Alí Jamenei, atacó por primera vez a Arabia Saudí, comparando el reino del desierto con Israel. La guerra nada fría que llevan a cabo los baluartes del mundo suní (Riad) y chií (Teherán), con guerras subsidiarias en Siria, Yemen e Irak, parecen haber exigido savia nueva en las ajadas venas de la gerontocracia que gobierna Riad. #AlfombraRoja para la Arabia Saudí 3.0.