APODO: El conspirador.
FRASE: “Es urgente pacificar el país y unirnos”.
CURRÍCULO: A sus 75 años, a Michel Temer aún le queda cuerda para seguir en la carrera de obstáculos permanente que es la política en Brasil. Este hijo de inmigrantes libaneses nació en una zona rural de São Paulo y estudió Derecho en la Universidad de esa ciudad. Fue profesor universitario hasta que comenzó en 1983 su camino en la vida pública, al convertirse en Procurador General de São Paulo. Un año después fue nombrado secretario de Seguridad Pública. Temer presume de haber creado en esa etapa las delegaciones de la Mujer y de la Protección de los Derechos de Autor. En 1986 fue nombrado miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, donde ya comenzó a mostrar un perfil discreto y moderado. Se convirtió en diputado en 1994, dentro de las listas del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), cargo que repitió en las siguientes seis legislaturas. Ha sido presidente de la Cámara de Diputados en tres ocasiones. En 2001 alcanzó unos de sus mayores logros políticos: ser nombrado presidente del PMDB.
MÉRITOS: A Dilma Rousseff le toca desde esta semana compartir titulares con Temer. El contexto actual poco se parece al de hace solo un año, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) y el PMDB eran todavía aliados. El vicepresidente de Rousseff desde 2011 ha demostrado que ese perfil de discreción y cautela era solo una cara oficial, y Rousseff ha acabado tachándolo de traidor. Desde que comenzara el vertiginoso proceso de impeachment contra Rousseff –calificado por el PT como un golpe de Estado–, Temer ha ido organizando su propio gabinete y el 12 de mayo se mostró preparado para asumir la presidencia interina de Brasil. El voto a favor de 55 miembros del Senado, de un total de 81, abre un proceso de seis meses para decidir si Rousseff cometió crímenes de responsabilidad administrativa. Todo apunta a que quien fuera la heredera de Lula da Silva acabará definitivamente alejada del poder y que Temer concluirá su mandato. En 2018 han de celebrarse nuevas presidenciales. Brasil vive tiempos convulsos que retrotraen a tiempos más oscuros.
Para el PMDB, ambiguo y centrista (aunque siempre mirando más a la derecha que a la izquierda), la situación, dentro de lo que cabe, parece propicia. A pesar de que el PT nunca legitimará la posición de Temer, este ya ha conseguido aliarse con los mercados y poco le importa el rechazo de los ciudadanos –menos de 3% de los brasileños votaría a su favor– o haber forjado un gobierno que levanta polémica (e imputaciones). Es la segunda vez que el PMDB alcanza la presidencia y tampoco en la otra ocasión fue una elección directa. Sin embargo, Temer se enfrenta ahora a la Cámara más fragmentada de la historia de Brasil, a una economía que comienza estancarse, a una fuerte oposición ciudadana y a las voces que lo acusan de corrupción por el caso Petrobras.
A su favor, la falta de presión de quien ya ha rechazado presentarse a las elecciones de 2018. Y la satisfacción de quien llevaba meses planeando alcanzar el poder.