APODO: El opositor.
FRASE: “Si mi encarcelamiento vale para el despertar de un pueblo, pues bien valdrá la pena”.
CURRÍCULO: El 18 de febrero de 2014, el político y economista venezolano Leopoldo López (Caracas, 1971), acompañado de una multitud, se entregaba a la Guardia Nacional de Venezuela. Sobre López, líder del partido Voluntad Popular (VP), pesaba una orden de busca y captura, acusado de ser el responsable intelectual de la violencia desencadenada tras la manifestación de unos días antes (12 de febrero), que terminó en actos vandálicos contra la sede de la Fiscalía General, la quema de vehículos oficiales y la muerte de dos manifestantes a manos de agentes de seguridad del Estado. La Fiscalía General le imputa los delitos de conspiración, incitación a delinquir, intimidación pública, incendio y daño a la propiedad pública. De ser condenado, López puede cumplir hasta 14 años de cárcel.
Tras cursar estudios superiores en Estados Unidos, culminados con un master en Harvard, López se incorporó a Pdvsa. Entre 2000 y 2008 fue alcalde de Chacao (Caracas) y en diciembre de 2009 presentó el movimiento VP.
MÉRITOS: López ejerce como uno de los opositores en jefe en un país donde el cargo se las trae. Su ejercicio puede conllevar la cárcel, como acaba de comprobar Antonio Ledezma, alcalde de Caracas. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, acusa a Ledezma de estar detrás de un supuesto golpe de Estado, que se habría activado a partir del comunicado “Llamado a los venezolanos a un acuerdo nacional de transición”, publicado el 11 de febrero en El Nacional y firmado por Ledezma, López y la exdiputada María Corina Machado. Los tres son los promotores de La Salida, movimiento que aboga por la renuncia de Maduro y que promovió las masivas protestas callejeras del año pasado, saldadas con 43 muertos.
Un año después, Maduro sigue en el poder contra viento, marea y la mayor inflación del mundo, Corina Machado ya no es diputada, Ledezma acaba de ingresar en prisión y López tiene todo el tiempo del mundo para leer en la prisión militar de Ramo Verde, como él mismo confiesa extrañamente agradecido. “Lejos de haberse impuesto en la capitanía opositora, el preso de Ramo Verde parece haber sucumbido como estratega, víctima de sus respetables ambiciones políticas, pero encandilado por los cantos de sirena de tutores que le incitaron al órdago y a la gloria porque en Ucrania, al tiempo que en Venezuela, los alzamientos populares ya ultimaban el derrocamiento del dictador Victor Yanukóvich”, apunta Juan Jesús Aznarez en El País.
Datos de contacto
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