APODO: Cristo de los Pobres de América Latina, Comandante Supremo, Líder Eterno, El Pajarito…
FRASE: “Yo sentí el espíritu de él, lo sentí ahí como dándonos una bendición, diciéndonos: ‘Hoy arranca la batalla’”.
CURRÍCULO: La frase nos es de Hugo Chávez, sino de Nicolás Maduro, que en la casa natal del entonces recientemente fallecido presidente contaba la historia de cómo, en una capilla donde le rezaba al líder bolivariano, se le apareció un pajarito que le recordó a este, animándole a presentar batalla en las elecciones presidenciales que se le venían encima. Desde entonces Maduro no ha hecho otra cosa que luchar, en ocasiones contra el mismo Chávez, o su fantasma. El comandante murió hace dos años, pero su espectro parece seguir vagando por Venezuela como el del padre de Hamlet lo hacía por Dinamarca. Las intenciones no están claras. Tal vez sea para señalar los pecados de su heredero, atormentándole, resumidos en esta frase hoy habitual en el país latinoamericano: “Cuando estaba Chávez todo era distinto”. O quizá para azuzar ánimos de venganza en su hijo político contra los enemigos de la revolución, tan numerosos estos días.
MÉRITOS: Dos años después de la muerte de Chávez, Venezuela se apresta a recibir a los ministros de Exteriores de Brasil, Colombia y Ecuador –la “troika” de Unasur– para discutir con el gobierno de Maduro una salida a la crisis política abierta por la detención del alcalde mayor de Caracas, Antonio Ledezma, que se suma a la de Leopoldo López, entre otros opositores. El vacío de poder dejado por Chávez no termina de llenarse. Un detalle permite intuir que algo huele a podrido en Venezuela. En 2014, según recoge de El Nacional, fueron asesinados en Caracas un centenar de guardaespaldas encargados de la seguridad de funcionarios del Estado. Entre ellos, seis eran miembros de la guardia presidencial de Maduro y uno de ellos custodiaba a su esposa, Cilia Flores. Alfombra roja para el fantasma de Chávez, cuya sombra aparece hoy más alargada que nunca.
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Residencia: Cuartel de la Montaña